Me parece muy interesante el artículo que presentas y también tu reflexión.
Es cierto que cada vez parece que hay más herramientas en línea de traducción automática, esos “falsos autónomos” a los que se refiere tu artículo, a los que acuden millones de personas a diario para solucionar sus dudas a la hora de traducir textos, páginas web o incluso para corregir sus propios errores gramaticales.
Estoy de acuerdo contigo cuando dices que cuando haya alguien que de veras necesite una traducción fiable, acudirá a un traductor jurado profesional para cumplir esa necesidad. Como bien dices, esto es porque las herramientas de traducción automática presentan errores sintácticos y léxicos, incluso a veces de coherencia o cohesión. Pero pienso que ese no es el único motivo, uno de los principales en mi opinión es que la gran mayoría de instituciones requieren documentos traducidos por profesionales jurados y documentos que estén compulsados por ellos.
Pienso que la profesión está muy viva, y que estos “falsos autónomos” nos ayudan más a los propios traductores de lo que nos perjudican.
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Hola, Yolanda:
Me parece muy interesante el artículo que presentas y también tu reflexión.
Es cierto que cada vez parece que hay más herramientas en línea de traducción automática, esos “falsos autónomos” a los que se refiere tu artículo, a los que acuden millones de personas a diario para solucionar sus dudas a la hora de traducir textos, páginas web o incluso para corregir sus propios errores gramaticales.
Estoy de acuerdo contigo cuando dices que cuando haya alguien que de veras necesite una traducción fiable, acudirá a un traductor jurado profesional para cumplir esa necesidad. Como bien dices, esto es porque las herramientas de traducción automática presentan errores sintácticos y léxicos, incluso a veces de coherencia o cohesión. Pero pienso que ese no es el único motivo, uno de los principales en mi opinión es que la gran mayoría de instituciones requieren documentos traducidos por profesionales jurados y documentos que estén compulsados por ellos.
Pienso que la profesión está muy viva, y que estos “falsos autónomos” nos ayudan más a los propios traductores de lo que nos perjudican.
Un saludo,
Víctor